- A veces la gente te salva y otras...te ahoga. - Dijo entonces y un nudo le cerró el estómago.
Lo cierto es que gritaba por todas las veces que echó en falta una mano amiga en los momentos complicados. Pensaba que, si dejaba de dar a los demás, como había intentado ya varias veces, se acordarían de ella.
No sé deciros si lo llegó a cumplir, tampoco si la recordaron más cuando faltó, pero lo que si que os diré es que aquella tarde algo se le rompió dentro. Y ese algo jamás volvió.
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